Unos seis años tendríamos las dos cuando sucedió todo. Vivíamos en Madrid. Ella en El Pardo y yo en Colmenar Viejo. Eramos amigas desde que nacimos. En realidad desde antes. Éramos amigas por la carga genética que habíamos heredado. Nuestros padres ya eran amigos muchos años antes de que naciéramos. ¡Menudas juergas nos corrimos en el Sahara con uno y dos años!.
Pero aquel día nos marcó para siempre...sobre todo a ella. Un día vinieron a nuestra casa de Colmenar Viejo. Cada vez que nos veíamos era una fiesta. No queríamos que acabara la tarde nunca. En mi casa había una despensa dentro de la cocina y nos encerramos allí...Yo apagué la luz y le embadurné la cara a Juncal de algo pringoso. Ella salió de allí gritando y llorando...por lo visto yo le puse algo por la cara y le dije que era caca, mierda. Vaya joyita.
Ella ha vivido muchos años pensando que le unté la cara con mierda y yo, que no me acordaba, creía lo mismo porque ella lo contaba así siempre, hasta que una vez hablándolo delante de mi madre todo se aclaró. Yo, que era un bicho malo, le puse a la pobre Juncal Nocilla por la cara y le dije que le había puesto caca. Y esa ha sido la versión durante muchos años. Y aún así, hemos seguido siendo amigas. ¿Por qué será que yo no dudaba de la versión de mi amiga? Me parecía lo más normal del mundo. Vamos, que me veía capaz de haberle hecho eso a mi mejor amiga.
Bueno... Si te sirve de consuelo, yo con diez o doce años comprobé si el tenedor con el que mi madre acababa de freír unas croquetas estaba "rusiente" (como decimos en Aragón)... ¡poniéndoselo a mi hermana en el dorso de la muñeca! La cicatriz de la quemadura le duró varios años... Y la hostia que me dió mi madre me escoció en el alma durante meses.
ResponderEliminarY sigue siendo mi hermana y nos queremos muchísimo. Son cosas de críos...
Eras una buena pieza de pequeña, y ahora dices de los tuyos...
ResponderEliminar¡¡Joder, Maite(oops!, perdona la expresión)!!, como me he podido reir por dentro con tu entrada. Entrañable. De las que nos llevan a esos momentos de inocencia. De autenticidad verdadera.
ResponderEliminarUn saludo.
Enrique, yo creo, que las barbaridades más bárbaras nos las hacemos entre hermanos. Un día contaré lo de la meada de mi hermano. Merece entrada aparte.
ResponderEliminarBueno Jesús,tú sabes la verdad. Ellos son unos angelitos a mi lado.
Churricos, aquí ha pasado eso de "bueno, dentro de unos años nos reiremos de esto". Después de tantos años ella aún me dice a veces "no se, yo creo que realmente era mierda".