Con ocho años pedía por la paz,
un rosario de plata,
mi medallita
y una plegaria inocente.
Y si no era yo, era otro niño con rosario....
Siempre ha sido lo mismo después.
Con las uvas en la boca, recibiendo los deseos, siempre la paz en el mundo tiene sitio preferente.
Por la paz, día mundial de la paz, jornadas de la paz, ¡venga deseos de paz ! y mientras tanto, las guerrillas cotidianas: las envidias, las intrigas, las malas leches, por no hablar de mal mayor.
Pero mira, aquí paz y después gloria.
Con 8 años, ¿Maite?
ResponderEliminarEra genio. Ya eras genio.
Un abrazo.
Lo mismo deseo para tí, paz.
ResponderEliminarSaludicos
Javier, era pequeña y los niños siempre son geniales. Me sacas los colores.
ResponderEliminarUn abrazo ruborizado.
Muchas gracias querido Dyhego.
felices sueños.
Al menos se desea la paz, que ya es algo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay mucha paz cuando uno escucha las palabras que dan título a tu entrada
ResponderEliminarUn abrazo
Jose Miguel, claro que es algo, es el princio de todo, desearlo.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Capitán, a mí me encantan estas palabras, tienes mucha razón.
Un abrazo.
ojala esa paz que tu deseas llegase de una vez a mi vida ya.... un abracico majica...
ResponderEliminarOjalá Javichu, verás como si.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues yo siento muchísimo cortar el buen momento, pero desde pequeño la frase "podéis ir en paz" siempre me sonaba a liberación, después de aguantar el rollo del cura de mi parroquia, que era soporífero... Y profundamente hipócrita, por cierto.
ResponderEliminarPor eso suena bién, porque es liberadora. Coincidimos, Enrique.
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