(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

jueves, 4 de junio de 2009

El juego de Iván


Iván ha propuesto desde su blog el inicio de una historia y nos reta a terminarla. Cada uno de los que visitamos su blog le daremos el rumbo que nos parezca y él nos linkará a todos los que hayamos participado para ver las diferentes historias que han salido.

Pongo el comienzo de la historia de Iván:


A pesar del frío que hacía fuera, dentro del tren se estaba bien; en aquel vagón la mayoría de los viajeros que se podían apreciar estaban durmiendo a pierna suelta, y es que en un viaje de Barcelona a Vigo en mitad de la noche no hay mucho que hacer. De entre los pocos pasajeros que se encontraban despiertos llamaba la atención una chica de ojos marrones; sentada en su asiento miraba fijamente por la ventanilla, como si intentara divisar algo en el paisaje, a pesar de que era noche cerrada y lo único que se veía era sombra, pero su mirada se perdía en el horizonte como si fuera mediodía, y es que ella no era una chica cualquiera, se trataba de...
Mi versión
....se trataba de alguien que tenía que cumplir con su deber, como tantas otras veces. Largos viajes, búsquedas incansables y al final siempre el mismo resultado; lágrimas y dolor.
Mientras los demás pasajeros dormian ajenos la angustia que sentía, ella cerró los ojos deseando ser uno más. No había sueño capaz de aliviarla, ni descanso posible para su alma.
El tren llegó a la estación de Vigo con las primeras luces. Otro día que empezaba. Como otros que estaban por venir. Mientras andaba entre los asientos del tren con paso firme los viajeros que se desperezaban no podían evitar la sorpresa a su paso...tan impresionante, tan bella.
En la calle tomó un taxi. "Por favor, lléveme a esta dirección", dijo friamente al taxista.
En la casa sólo había un hombre de unos cuarenta años que escribía apresuradamente en su ordenador, como intuyendo que no le iba a dar tiempo de terminar.
Ella lo miró con frialdad . Vamos, es la hora. Nos tenemos que ir.
El tiempo del hombre paró en seco. Su corazón se heló y los asuntos pendientes de su vida se quedaron suspendidos allí, en ese preciso instante, para siempre.
Ella en cambio no podía detenerse. La muerte siempre tiene trabajo pendiente.

4 comentarios:

  1. Buena iniciativa Literaria, y buena continuación.

    Un abrazo.

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  2. Gracias javier. Tu opinión puntúa doble para mí.
    Un abrazo.

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  3. Independientemente de que yo aporte algo a la historia o no, tengo que decirte, que tu continuación, y en concreto el final, me ha puesto "los pelos como escarpias", como dicen en mi tierra.
    Has puesto el liston muy alto esta vez.
    Un saludo

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  4. Churricos, parafraseándote a tí: "esa era la intención". Mil gracias.
    Te animo a participar si te apetece, seguro haces algo sorprendente.

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