(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

sábado, 13 de junio de 2009

Apurar la botella


Hace ahora un año que murió uno de mis abuelos. Con 96 años. Le había oido decir tantísimas veces desde que era pequeña, que el día menos pensado se iba al otro barrio, que nunca le hacía caso y ahora me parece extraño que ya no esté. Nunca estubo enfermo porque era muy coqueto y se cuidaba mucho, hacía ejercicio y llevaba una vida muy sana, eso sí, era muy pesimista. Un poco agonías. Si había posibilidad de que algo saliera mal, esa posibilidad era la primera que contemplaba.

Cada Navidad a mí me daba la sensación de que iba a ser la última que estaba con nosotros. Todas las Nocheviejas, desde que tengo uso de razón después de las campanadas empezaba con la historia de " a ver si terminamos este año...etc, etc", y claro, a mí me daba un pálpipo empezar así el año por lo que pudera pasar.

Al final tuvo una vida larga que disfrutó, pero no todo lo que debería haberlo hecho por el miedo a lo inevitable.

Mi otro abuelo tiene la misma edad, y tiene una buena salud. Escribe un rato todos los días desde hace años porque está haciendo sus memorias y sigue saliendo cada mañana a tomarse su vinito, a veces acompañado de un pincho.

Hace un par de meses me dijo que tenía "el equipaje" preparado. Que ya le tocaba a él y que aquí ya había cumplido.

Son dos maneras de enfrentarse a lo inevitable: temiéndolo o mirándole de frente.

7 comentarios:

  1. Preciosa entrada.
    Ambos casos son un perfecto ejemplo de una estupenda vejez, yo ahora mismo firmaba por cualquiera de los dos.
    Y a Gabriel, que le esperen un poquico más, que nos seguiremos tomando cañas a su salud y desde luego, si en su día hubiera habido blogs, nos hubiera dado a todos sopas con honda.

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  2. Bellísima entrada. Muy buena.

    Estar preparado es siempre tan difícil como sencillo. Total, si la conciencia está tranquila...

    Un fuerte abrazo.

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  3. Jesus, ahora mismo firmaba yo también para vivir hasta el final con la calidad y la lucidez con la que han vivido ellos. Y estoy deacuerdo contigo, Gabriel sería un estupendo bloguero.

    Javier, a mí me parece dificilísimo llegar a la conclusión de que ya está todo hecho,de que ya te puedes ir, pero supongo que es lo que tú dices, con la conciencia en paz y el desgaste del tiempo uno verá que es el momento de hacer el equipaje. Aunque pocos puden hacerlo de ese modo. Ojalá todos pudiéramos.
    Un abrazo.

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  4. No me gusta nada pensar en la muerte.
    De todos modos, ya lo tengo yo hablado con el Director del Más Allá: el día en que no pueda valerme por mí mismo me moriré.
    Un saludico lleno de vida.

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  5. No es mal plan Dyhego y si encima el Jefe está deacuerdo eres un "morrudo", como dicen mis crios.
    Un saludito.

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  6. A mí también me da palo pensar en la Muerte, pero es algo que no podemos soslayar ni mirar hacia otro lado. Yo ya he perdido a mis cuatro abuelos, y la verdad es que a alguno de ellos con especial dolor, puesto que su muerte fue causa indirecta para que en mi familia existan hoy personas con las que no puedo, de corazón, hablarme ni saludarlas...

    Una preciosa entreda, Maite...

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  7. Uff!, arenas movedizas...pasa en muchas familias, como si las cosas no fueran ya suficientemente dramáticas.
    Gracias Enrique.

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