Esa es la cuestión.
Durante la adolescencia está claro que la elección es SER. En esos años, que a unos les duran más que a otros, nuestro afán es demostrar lo que somos, tal y como somos, auténticos, sin tapujos. Y al que no le guste que no mire. En muchos casos somos una caricatura de nosotros mismos a fuerza de exagerar nuestras "autenticidades". Los límites que funcionan para los demás, para nosotros no son válidos. Estamos por encima del bién y del mal porque somos "auténticos".
Los años nos van poniendo en nuestro sitio.
Algunos se vuelven adultos del todo. Cuando sucede eso ha ganado el NO SER. Hay que ser correcto, no decir sempre lo que pensamos, porque no conviene, hay que renunciar a cosas en las que creemos porque hay gente por encima de nosotros o junto a nosotros que no lo va a aceptar...ni lo va a entender.
Lo ideal es encontrar el equilibrio. A mí me gusta mucho la teoría del "niño, el padre y adulto"; Un ejemplo: En el trabajo, el director toma una medida que me parece injusta y con la que estoy en desacuerdo.A partir de ahí lo que suceda depende de quién me domine en ese momento(niño, padre o adulto):
Niño: Me encuentro con el director y le suelto lo que pienso, y además no me corto y le muestro mi enfado. Pataleta. Mis emociones y mi afectividad están a flor de piel. En otros casos me son muy útiles, pero en este lo normal es que me lleven a la perdición.
Padre: Me encuentro con el director y le digo que me parece muy bién, que es lo que hay que hacer, que lo que diga él lo vamos a apoyar todos. Es nuestro deber. Esto no provoca una situación violenta, pero creo que no me creen del todo...(no lo creo ni yo ,a veces).
Adulto: Me encuentro con el director, y si me pregunta, le explico que veo alguna dificultad, pero que si nos exponen los motivos y lo podemos entender, podremos encontrar los recursos necesarios para adoptar la medida. Tenemos que ver qué consecuencias puede tener para prevenirlas.Es factible aunque requiere un esfuerzo.
Con frecuencia confundimos el ser autético con dejar al niño campar a sus anchas. Nuestras cualidades del niño son muy necesarias. Nuestras cualidades de padre también,porque nos dicen qué es lo correcto, nos marca la dirección. El adulto es el políticamente correcto el que sabe estar, analizar las cosas y ver desde diferentes ángulos.
Hay que SER los tres. Si uno de los tres se hace con el poder las cosas no irán bién.
Lo mejor, un triunvirato.
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