El día que se me estropeó la tarjeta del teléfono móvil me di cuenta de lo inutil que me estaba volviendo. No recordaba casi ninguno de los números fijos a los que antes llamaba...justo me iba con el de mis padres...porque ha sido mi teléfono de toda la vida, el de mi abuela, y el de Marta, mi mejor amiga. Aparte de estas tres cifras, mi cerebro no tenía más recursos telefónicos.
Después de los tres días angustiosos que pasé hasta que tuve en mi poder un duplicado de mi tarjeta, juré apuntarme los números en una libreta, como se ha hecho toda la vida.
Han pasado unos años de aquel incidente y ya no me se ni el teléfono de Marta, a casa de mis padres apenas llamo. Me es más facil localizarlos en el móvil ,que cada uno lleva el suyo, y cuando intento llamar a casa de mi hermano haciendo un esfuerzo memorístico escucho una voz que me dice "el número que usted ha marcado no pertenece a ningún abonado".
El número que nunca olvido es el mío. Me es muy útil recordarlo porque cuando salgo de casa amenudo tengo que llamar con el teléfono fijo a ver por dónde suena el pequeño tirano. Esta es casi la única utilidad que tiene ya el teléfono fijo, bueno... esta y llamar los viernes a telepizza, que como el número está en un imán en la nevera, es el único sitio al que podría llamar si volviera a perder la tarjeta.
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