Ella se subió al tren con un nudo en la garganta. Sabia que aquello era un punto y aparte en sus vidas.
Él la observaba desde el andén, sin articular palabra. Sabia que había llegado el final que tanto temia.
-Adios- dijo ella sin que le temblara la voz pero con los ojos apunto de desbordarse...
- No creo en las despedidas- dijo él queriendo quitarle gravedad al momento.
- ¿Que puedo decirte?- preguntó ella, retirándose de la cara el pelo que el viento se empeñaba en enmarañar....
- Hoy es 24 de diciembre, puedes desearme Feliz Navidad- sugirió él con una sonrisa.
-No creo en la Navidad-dijo ella con el semblante serio- Puedo desearte que seas feliz- añadió después de unos segundos.
- No creo en la felicidad- dijo él- quizás en otra vida la encuentre- añadió- pero no en esta.
-No creo en el más allá- respondió ella...
Las puertas del tren se cerraron.
Ella se sentó en su sitio y abrió su libro en el que fijó la mirada como queriendo amarrarse fuertemente a algo.
Él se fué a vivir su vida.
Había perdido los últimos meses haciendo sesiones de "parejaterapia" con un consejero que les dejó sin un duro y les dijo que su problema era que tenian grandes diferencias en sus intereses vitales y sus creencias...¡tonterias!, además, ella se empeño en ir, pero realmente él no creía en los psicoterapeutas....
Él la observaba desde el andén, sin articular palabra. Sabia que había llegado el final que tanto temia.
-Adios- dijo ella sin que le temblara la voz pero con los ojos apunto de desbordarse...
- No creo en las despedidas- dijo él queriendo quitarle gravedad al momento.
- ¿Que puedo decirte?- preguntó ella, retirándose de la cara el pelo que el viento se empeñaba en enmarañar....
- Hoy es 24 de diciembre, puedes desearme Feliz Navidad- sugirió él con una sonrisa.
-No creo en la Navidad-dijo ella con el semblante serio- Puedo desearte que seas feliz- añadió después de unos segundos.
- No creo en la felicidad- dijo él- quizás en otra vida la encuentre- añadió- pero no en esta.
-No creo en el más allá- respondió ella...
Las puertas del tren se cerraron.
Ella se sentó en su sitio y abrió su libro en el que fijó la mirada como queriendo amarrarse fuertemente a algo.
Él se fué a vivir su vida.
Había perdido los últimos meses haciendo sesiones de "parejaterapia" con un consejero que les dejó sin un duro y les dijo que su problema era que tenian grandes diferencias en sus intereses vitales y sus creencias...¡tonterias!, además, ella se empeño en ir, pero realmente él no creía en los psicoterapeutas....
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