(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

martes, 14 de abril de 2009

El chocolate de los huevos.


Los cuatro dias de descanso de la Semana Santa sientan fenomenal. Son unos dias en los que se puede aprovechar para hacer esas cosillas que no puedes hacer normalmente, o se pueden emplear en algo que a mí me parece maravilloso, que es no-hacer-nada.

Sea cual sea la elección, las tradiciones de la Semana Santa te alcanzan estés dónde estés, procesiones, tambores, carracas, torrijas, saetas, incienso y el chocolate de los huevos...

Las vacaciones han terminado, la operación retorno ha terminado, el colegio ha empezado y los huevos siguen aquí. En la cocina, abra el armario que abra, aparece un huevo o los restos de lo que fué un huevo hecho pedacitos. Alli están, esperando el momento en el que uno de los niños vaya y se le ocurra comérselo...pero ese momento nunca llega.

La emoción del huevo de Pascua dura unos quince segundos. El tiempo que tardan los crios en verlo todo chuli envuelto, desenvolverlo, romperlo, destrozarlo y despedazarlo para ver si dentro hay un regalito (¡cuanto daño han hecho los Kinder sorpresa!) y después de eso el fin, la nada. El huevo pasa a la historia. Hasta el año que viene. Aur revoir. Sayonara baby.

Y durante un tiempo indefinido los huevos que han regalado tios, abuelos y padres (si, yo también compré los dichosos huevos), se juntan con los polvorones rancios de hace dos navidades, con las peladillas de un bautizo de a saber cuando y forman una comunidad de ocupas en los armarios de la cocina.

De vez en cuando recuerdo a los niños que allí tienen el chocolate de los huevos, pero no muestran ningún interés.

Un día a mi se me hinchan las narices y procedo a dasalojar a los ocupas de la cocina. Hago lo que nunca debería hacer, lo que menos me conviene. Me como el chocolate y asunto arreglado.

¡Que sufrimiento por el chocolate de los huevos! Chocolate Bunny

1 comentario:

  1. Vaya, vaya... como es eso de en el pecado está la penitencia.
    O como decia aquel, manda huevos.

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