Las tablas

Cuando me tocaba estudiarme las tablas de multiplicar me preguntaba qué utilidad tendría saberme aquello. Igual que otras muchas cosas. Tenía claro que era importante sabérmelas para hacer los problemas de los exámenes de matemáticas, pero aparte de eso...

Todavía recuerdo el verano que pasé entre tercero y cuarto de EGB con las multiplicaciones que se me salían por las orejas. Fué el primer curso que estudié en Zaragoza. Eso de que me mandaran tantos deberes en verano, en Madrid no me pasaba. Mi profesora se llamaba como yo, y tenía los ojos azules como yo, y además le gustaba inventarse historias tanto como a mí.Una afinidad total, me parecía a mí, suficiente para que me hubiera hecho la vida más fácil. Con tanta coincidencia no entendía por qué me torturaba tanto con las malditas multiplicaciones.

Todavía hoy me pasa que me despierto soñando que tengo un exámen de matemáticas pendiente para septiembre. No de multiplicaciones, pero sí de integrales y esas cosillas. Me despierto realmente angustiada hasta que recuerdo: ¡Joer, que hace más de quince años que he terminado la carrera! y me vuelvo a dormir con la certeza de que no tengo nada para septiembre.

Las tablas del 9 y del 7 tienen su aquel. En general las de los impares son más complicadas, bueno excepto la del 5. Aprenderme las tablas de multiplicar en tercero me ha servido para responderle a mi hijo sin dudar ni un instante que nueve por siete son sesenta y tres...seguro ¿no?.Segurísimo. Confirmamos sesenta y tres y empezamos con la del siete que también es de las traicioneras.

Y acordándome de Ana Botella, y ya que estamos con temas tan complejos, mi opinión es que sí se pueden sumar peras con manzanas, lo que no puede hacerse es multiplicar sandias por melones, por ejemplo.

Y tengo que añadir que estoy muy orgullosa de lanzar mis propias teorías matemáticas.Quién me lo iba a decir a mí.