

Dejo a un lado el fútbol, el trabajo y alguna otra cosita y durante un ratillo me voy a una isla desierta. Ni siquiera quiero pensar en tres cosas que llevarme. Me voy sin nada. Sólo estaré un rato. No necesito nada. Allí hay un oasis que dejó Mario Benedetti para cuando yo quiero ir...
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo
Hay tantas cosas que deberías saber...
Deberías saber que por más que me alejo,
siempre te acabo encontrando,
no sé decirte dónde, puede ser cualquier lugar;
una canción que me aferra a un momento que pasó,
un tarde gris de lluvia que a mí me parece azul,
alguno de aquellos instantes que sólo recuerdo yo,
y que no importan a nadie, pero me quise guardar.
Deberías saber que por más que te alejas,
nunca consigo sacarte del hueco que tienes ya
aquí dentro, justo aquí, dónde no debiste entrar,
y sin embargo ahí estás, como esa marca en el hombro,
que dejó aquella vacuna, para siempre, en mi piel.
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