Las últimas semanas me están resultando especialmente agotadoras. Llego al final del día con la luz de reserva encendida y en cuanto caigo en la cama pierdo el conocimiento.
Lo de levantarme por las mañanas es un poema. Hasta cinco veces le doy al botoncito de "cinco minutos más", en total veinticinco minutos de retraso sobre el horario previsto. Luego me toca correr, claro, y todo el día de craneo.
Hoy he tenido el día libre, que no día de descanso. Los días libres son una trampa mortal porque se convierten en la esperanza de todo lo que no puedo hacer cuando trabajo y al final termino teniendo más tareas pendientes estos días que cualquier otro de la semana.
Pero los fines de semana que toca montaña, se para el mundo. Montaña y nada más. Me llevo lo que cabe en la mochila y el resto aquí se queda, que cuando vuelva va a seguir en el mismo lugar.
Tal vez lo más sensato para recuperarme un poco del tute que llevo sería quedarme en casa el finde y dormir el Domingo hasta que el cuerpo aguante. Pero no es lo que mejor me va a sentar.
Prefiero despertarme antes de que salga el sol y ver amanecer en ese lago de la foto mientras desayuno una magdalena con un batido de chocolate...¡menudo lujazo!. Y luego tirar para arriba y si el tiempo acompaña quedarme embobada mirando el paisaje desde la cima...eso sí que es relajante y no un tratamiento de chocolaterapia en un spa. Y además, no hace falta hacer reservas.
Es cierto, MAITE, que hay fotos que nos transmiten una paz y un sosiego...
ResponderEliminarQue descanses y te recargues de energía.
Salu2.
Dyhego, el sitio de la foto es impresionante ¿verdad?., bueno, en realidad todo el Pirineo está lleno de sitios impresionantes. Lo tendrías que conocer tú que eres tan viajero.
ResponderEliminarUn beso.