Entre proyectos, sueños y obstáculos voy pasando los días, a veces lentamente, como sin poder avanzar y a veces demasiado rápido, como si se me escapara algo importante sin poder hacer nada para retenerlo.
Y en mitad de todo este tiempo que a veces noto que me arrastra, y sin necesidad de pararme a pensar en ello, porque es algo que ya va conmigo, puedo sentir esa especie de pinchazo doloroso y agudo que no me impide hacer una vida normal pero que me escuece más amenudo de lo que a veces puedo soportar y con más intensidad de la que me hubiera imaginado.
Me escuece, si, es una buena manera de explicarlo. Como cuando se derrama el agua oxigenada sobre una herida y se pone blanca. Y por más que soplo en la herida y me distraigo con otras cosas, al final, siempre está ahí.
Hace unos días alguien se preguntaba como definir eso de "echar de menos a alguien". Yo no puedo definirlo, pero puedo explicar lo que se siente: escuece.
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