(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

jueves, 16 de septiembre de 2010

Confesión: me gusta lo que hago...y hasta me divierte.


No paran de cambiar cosas a mi alrededor y en realidad no paro de cambiar yo. Es estimulante pero un poco agotador.

Estoy convencida de que sería totalmente incapaz de tener un trabajo en el que las semanas fueran todas iguales. Me moriría de aburrimiento y hasta de pena, por la sensación que tendría de estancamiento.

Tengo la suerte de que casi todos los días hago un montón de cosas distintas y de que puedo dedicarme a cosas con las que realmente disfruto. También hay días chungos y esos prefiriría que la gente se olvidara de mí, que nadie se diera cuenta de que existo, pero claro, no puede ser, así que me los tomo como cuando en el juego de la Oca caes en el pozo, o en el Monopoly te mandan a la carcel. Un turno sin jugar y listo. A seguir.

Creo que la clave de que me guste tanto lo que hago es que me permite probarme y "estirar" mis capacidades. Y además, estoy constantemente aprendiendo cosas, descubriendo gente, maneras de hacer diferentes. Eso es un lujo. Nunca hay dos días iguales.

A veces se complican tanto las cosas, que más que en un trabajo me parece que estoy en un culebrón de los de miles de capítulos que no acaban nunca, pero conforme se van solucionando "marrones" las aguas vuelven a su cauce, nunca se descontrolan del todo.

En fin, que es un privilegio tener un trabajo en el que disfrutas....aunque algunos días, como hoy, termine agotadica...pero bueno, también vuelvo muerta cuando voy a la montaña, pero me da media vida...¡Qué cosas!.

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