(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules
(Kirmen Uribe)
entre olas verdes y montañas azules
(Kirmen Uribe)
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Astenolit on the rocks
Llego a estas horas de la noche para el arrastre y me acuerdo de la única vez que tomé un suplemento vitamínico para el cansancio. Estaba de monitora de campamentos en la Sierra de Albarracín con el grupo de los más pequeños, los que salían por primera vez. Ocho añitos y algunos con una mochila más grande que ellos. El día empezaba a las ocho y terminaba a las tantas, porque una vez acostados los crios, la tienda de monitores se convertia en un antro de vicio y perversión dónde se traficaba con tortillas de 12 huevos hechas en un camping gas a altas horas de la madrugada, se repasaba el cancionero entero, y cuando detectábamos que la cosa decaía, retirada a las canadienses. Sabíamos que la cosa había decaido porque la botella de pacharán estaba vacía y alguno empezaba a cantar "Al alba" de Aute, y todos los demás le hacían los coros.
Cuatro, cinco o seis horas de sueño, como mucho, y otra vez al tajo con los enanos. Los monitores de los grupos de mayores tenían sus ratos de relax durante el día, sobre todo el ratillo de después de comer, que unos aprovechaban para una siestecilla, otros montaban una sobremesa en la entrada de la tienda de monitores, desde la que se dominaba todo el campamento y sinembargo, los responsables de los pequeños empleábamos ese rato en hacer de antidisturbios con nuestros minimonstruos de ocho años, que si te descuidabas, se fundían a piñazos, pedradas o cualquier otra cosa arrojadiza. Y cuando no había guerra de piñas, había momento "echo de menos a mí mamá" o "me quiero ir a casa"...total, que un año nos tocó un grupo de pequeños especialmente guerrero, con una saga de tres hermanos hiperactivos para completar el panorama y fué el acabose. Recuerdo especialmente ese campamento por los tres hermanos y los cientos de millones de veces que canté eso de "estaba el cocodrilo y el orangután.." o el hit de aquel verano "El pollo con una pata, el pollo con las dos patas". En una reunión de crisis, mis dos compañeros y yo decidimos que era el momento de doparse para sobrevivir y le encargamos al director del campamento que nos trajera de la farmacia del pueblo una caja de Astenolit. Y desde ese día, los tres monitores de pequeños nos tomábamos nuestra ampolla bebible de astenolit, desayuno, comida y cena. Yo creo que no hacía nada, pero ese momento Astenolit en equipo tenía un efecto reparador incrible: juntos en el agotamiento, en las guerras de piñas y en los suplementos vitamínicos.
Hoy igual sí que necesitaría un Astenolit de esos, pero no me mola lo de de consumir en solitario. Para mí es más un rito social. Igual si me lo pongo en copa de balón, on the rocks, me animaba, pero no sería lo mismo.
Lo que igual me viene bien, y que podría probar mañana mismo es aplicar las técnicas de intervencíon de grupos que utilizaba en tonces. Al primero que se me cantee mañana le pego un grito: "Tú, me traes ahora mismo mil piñas y las pones en fila y si no, te quedas sin cuento esta noche:"...Un poco violento, pero efectivo.
A veces, hay que ponerse chungo.
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En alguna ocasión me he tomado Ginseng Leo (de mayo a junio, cuando preparaba oposiciones). Me iba bien. Pero un día cambié y me tomé otro frasco y lo tuve que dejar al poco tiempo porque me entraban unas hambres terribles. Vamos, como no estoy fondón, sólo me falta más ayuda para terminar de convertirme en el hipopótamo que soy.
ResponderEliminarSalu2.
Dyhego, si es que esas cosas no pueden ser buenas del todo, pero bueno, mejor eso que ser adicto al Red Bull, que los hay.
ResponderEliminarBesos!!