Conversaciones de Paz.

                                                     

Demasiados interlocutores y ni si quiera sé si hay tierra prometida. Pero igual que si la hubiera y cómo si cada día fuera decisivo en un conflicto que nadie vé, los implicados defienden sus posturas, se radicalizan y sólo consiguen que la paz cada vez esté más lejos.
La prudencia, la razón, el sentido común,  y el miedo,infiel que se alía con unos o con otros dependiendo del momento, me dicen que hasta aquí. Que no hay tierra, que no hay más. Que hay que buscar la salida, antes de no poder volver.Que hay que saber renunciar. Y es verdad, es muy difícil.
Pero desde el otro lado, ya casi encerrados en un campo de refugiados, la intuición, el corazón, la emoción, no quieren firmar la tregua, y aunque están en minoría,se resisten se revelan y se revuelven cuando oyen hablar de diáspora.
Y seguimos sin acuerdo, en esta franja que es tierra de nadie.  Pero en mi cuaderno de ruta necesito ya una tregua. Y ante la duda, acuerdo de no agresión y sobre todo de no implicar a terceros, que no quieren verse implicados. Porque esta  no es su guerra. Aunque desde el campo de refugiados, se empeñan en decir que sí.
Seguimos andando en círculos.