Confesión

Echándole un par de narices, hoy, por fín, he encontrado el valor necesario para confesar públicamente algo que en estos tiempos que corren, puede chocar. De hecho, desde hace ya un tiempo, procuro no hablar de este tema en público porque creo que nadie me entiende. Y es por eso, por esa sensación de aislamiento social por lo que quiero confesarme públicamente. Seguro que hay alguien en mi misma situación y esto ayuda a que no se sienta un bicho raro. Saber que otros están viviendo cosas parecidas a lo que tú vives  seguro que alivia un poco.
Sin darle más vueltas, sin retrasar más el momento de la verdad, sin paños calientes...la cuestión es la siguiente: yo no tengo una Nesspreso....así como lo digo. Aunque parezca mentira, me sigo haciendo cafés con la cafetera tradicional, esa en la que se pone el agua primero, luego el café en otro sitio ¡y se cierra a rosca! y si la goma está un poco pasada se sale el café por las grietas y lo pone todo perdido. También puede pasar que si no se retira la cafetera del fuego a tiempo,  el café hierva y eso es muy malo. Y para más inri, tengo dos de esas, una para mí, y otra para cuando hay más gente en casa.
Pues ya lo he dicho....y no diferencio un roma de un volutto (parece ser que son tipos de café) y no tengo portacápsulas en mi cocina, y no hago pedidos por internet, me voy al Mercadona a comprarme el Marcilla Gran aroma mezcla de siempre. Y de momento, mi vida transcurre estable, dentro de la gravedad de no tener el aparatito. Y aunque a veces me siento en otro planeta, pues no lo llevo mal del todo, y ahora que ya lo he contado, menos todavía, que confesarse libera mucho. ¡Que ancha me he quedado!. Me voy a hacerme un descafeinado, que luego no duermo...si hubiera sabido esto el de Wikileaks.