Estoy releyendo el libro de Tom Peters Nuevas organizaciones en tiempos de caos, que ya tiene unos añitos, pero que sigue resultando igual de rompedor porque parece que las cosas no cambian mucho.
En el capítulo 7 "Crear una empresa curiosa" hay una parte titulada "tipos con poesía", en la que se habla de la necesidad de que los lugares de trabajo sean divertidos, emocionantes, estimulantes y en la que también se habla de los perfiles tradicionales que contratan tradicionalmente las empresas, frente a los valores que se deberían atrever a contratar.
Dejo aquí algunas perlas que me han gustado:
"Qué penoso contraste entre la radiante inteligencia de un niño y la débil mentalidad del adulto medio"
"Los curiosos son los que con seis años o con sesenta y seis están siempre metidos en líos...¿o no?"
"¡Al guano con él!. Este tipo no tiene poesía, no tiene alma. No hay viento ni olas ni estrellas en su mirada. Me entristece."
(referido a un joven candidato a un puesto de trabajo)
A mi me encantaba estar siempre con la cabeza abajo, y colgada de algún sitio... Recuero una de las 2 o 3 veces que mi padre me arreó...fué una cachetada en el culo, mientras hacia el PINO CONTRA LA PARED (a mis 10 u 11 años) y todo el vencindario me veia las bragas (eso dijo él)...en el vencindario solo había viejos de más de 35 dije yo...pero...
ResponderEliminarBesos
La primera de ellas la debió escribir un artista de seis años.
ResponderEliminarEs demasiado buena para un adulto medio.
Un abrazo.
Me han gustado muchos esas perlas también.
ResponderEliminarSaludos.
Mariángeles, es que no está bien visto eso de ir enseñando las bragas por ahí, los padres eso lo llevan muy mal.
ResponderEliminarUn beso.
Alejandro, he vuelto al libro para ver de quién es y parece que la escribió Sigmund Freud, que no entra precisamente dentro de la descripción de adulto medio...Pero si nos apuntaramos las perlas de nuestros niños seguro que podríamos escribir un libro lleno de frases lapidarias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Javier.
ResponderEliminarUn abrazo.
..muy bueno maite, yo estoy con eso de no perder la inocencia nunca...porque así seguiras siendo niño y por ende inteligente..
ResponderEliminarNo era culpa mía Maite...el uniforme en el colegio de monjas era obligatorio...y si hacias el pino...la falda...volaba....circunstancias de la vida que los mayores no entendian.
ResponderEliminarMás besos
Para atreverse a seguir siendo niño hay que tener un par de narices ¿eh?.
ResponderEliminarUn beso.
Mariángeles, yo también llevé la faldta del uniforme del cole de monjas y la verdad es que si eras un pelin salvaje o un pelín machorro, como me pasaba a mí, era imposible no ir dando el espectáculo.
ResponderEliminarLa verdad es que el que pierde la curiosidad infantil pierde el 90% de sus capacidades, o todas, quién sabe, habrá que investigar ;-)
ResponderEliminarCapitán, seguramente más. Yo lo estoy investigando ya.
ResponderEliminarUn abrazo.
La última es magnífica, genial.
ResponderEliminarLa verdad es que sí, Jose Miguel, a mí me encantó cuando la leí.
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