
Me niego a creer que hay cosas imposibles sin haberlas intentado.
Me niego a creer que es mejor no hacer, que hacer.
Me niego a creer que es más fácil dejar pasar las cosas que asumirlas.
Me niego a aceptar que más vale arrepentirse de no haber hecho, que de haber hecho.
Me agota pensar en "pero y que pasará si..."
Me desgasta tener todo tan claro y no ver la luz, saber lo que quiero y no ir a por ello.
Me niego a creer que es mejor no hacer, que hacer.
Me niego a creer que es más fácil dejar pasar las cosas que asumirlas.
Me niego a aceptar que más vale arrepentirse de no haber hecho, que de haber hecho.
Me agota pensar en "pero y que pasará si..."
Me desgasta tener todo tan claro y no ver la luz, saber lo que quiero y no ir a por ello.
Me niego, me reisisto y me sublevo cuando se me pasa por la cabeza tirar la toalla.
Me asombro cuando me descubro pensando que es mejor no pensar más en ello.
Me enfado conmigo misma cuando creo que las cosas se van a quedar así para siempre, por los siglos de los siglos.
Vamos, que me pillo unos cabreos de lo más tonto. Tipo pataleta de niño pequeño cuando no puede parar de llorar porque no se aguanta ni él y lo único que le pasa es que tiene sueño.
Pero luego me encuentro con una frase de esas trascendentes que me gustan a mí, y se me pasa.
Hoy me he encontrado con esta: La conquista de lo inutil es la conquista de uno mismo, y aquí ando, conquistándome.