(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

viernes, 18 de diciembre de 2009

Qué bonita es la Navidad (segunda parte)


Quedan pocos días para que llegue el primer día de la Navidad. El día en el que realmente ya no hay marcha atrás. El día de la Lotería. Es un día casi tan entrañable como el de Nochebuena.

Menudos lloros me eché yo en Paris, hace unos cuantos años, sola en mi habitación de un aparthotel, viendo a los niños de san Ildefonso por el canal internacional cantando los premios. Me sentí como "un emigrante escuchando un pasodoble allí en tierra extraña". Fué en el año 99, cuando todavía usábamos las pesetas. Se me ponían los pelos como escarpias escuchando el soniquete ese de "veinticincomilcuatrocientos onceee, cientocincuentamil pesetaaas".

Esa misma tarde cogía un vuelo para Zaragoza, para pasar la Navidad en casa, pero ya me había perdido el primer día de las fiestas.

Otro momentazo de ese día es luego, después de comer,viendo las noticias, todos con un sentimiento mezcla de decepción, de envidia y de "otra vez será, lo importante es que tenemos salud", y mientras ahí, venga a abrir botellas de champán peleón, que no debe beberse nadie, los vecinos de un barrio humilde de las afueras de Elche, que juegan desde hace quince años el mismo número en el bar de la peña madridista, y que además este año lo vendieron todo y ha quedado muy repartido.

El día 22 termina, generalmente, con los que, sin perder la esperanza, buscan sus números en los listados de pedreas, y ya una vez descartada toda posibilidad de recuperar algo del dinero invertido y/o tirado , empezamos a pensar en que en dos días nos plantamos en Nochebuena.

Las fiestas Navideñas empiezan con un subidón colectivo de ilusión, todos nos pensamos que este año sí, este año toca, y en pocas horas ese subidón se transforma en un sentimiento mucho más elevado, más altruista y más profundo, mucho más fraternal: lo importante es la salud, el amor y la paz mundial. Y nos sentimos con el alma más limpia porque los millones no nos han corrompido, no como a esos premiados desgraciados que no aprecian lo importante de la vida.

Pobrecillos. Con lo bonito que es decir:"el año que viene seguro que sí". ¿Con qué ilusión afronta esta pobre gente premiada el nuevo año, si por probabilidad, ya no puede tocarles otra vez la lotería?.

Mucho ánimo desde aquí a todos aquellos que alguna vez han sido agraciados con el Gordo, porque pasar un día 22 de Diciembre sin la esperanza de que te toque algo tiene que se muy duro.Espero que al menos se gastaran parte del premio en tratamientos de belleza y salud, pero sobre todo salud, que es lo más importante.

6 comentarios:

  1. Pues yo, sinceramente, cada año odio más la Navidad.
    No puedes descansar porque siempre tienes que estar o comiendo o comprando. Fíjate que todavía no han empezado y ya estoy deseando que se acaben, con eso te lo digo todo.
    En fin, feliz navidad, Maite; a tí y a los tuyos.

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  2. Dyhego, además de siempre comiendo o comprando, yo le añado o trabajando...pero bueno, apesar del lio, me sigue gustando la Navidad...y es un buen lío ¿eh?, cada vez más.
    Un beso y que te sea leve.

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  3. Fíjate que es lo único que no me gusta de la Navidad, juego muy poco a la lotería, y casi nunca miro si me ha tocado o no, supongo que los que juegan conmig me lo dirán.

    Feliz Navidad (y suerte)

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  4. A mi una vez me tocó el gordo ¡¡y sin jugar!!! fue el año que nació Julián. Se suponía que iba a estar sin marido y sin Alexis porque se iban de viaje (el nacimiento estaba previsto para enero)y mira por donde la suerte ó lo que sea me los trajó a los dos antes del 22 y así estuvimos los 3 juntos para disfrutar del acontecimiento..una de mis navidades mas felices. Ahora ya no tiene el mismo sentido... Siento que hayas llorado tanto en Paris, con lo bonito que es, ¡haberme llamado!!!!!Martina

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  5. Capitán, aunque no te guste mucho, si alguno te avisa de que te ha tocado algo te llevarás una alegría ¿no?...pues suerte también pa´ra tí y un abrazo.

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  6. Martina, esas son las mejores loterias.
    Lo de llorar en París suena muy romántico ¿verdad?. No fué para tanto, fué un ataque de morriña, pero yo en París viví cuatro meses y disfruté muchísimo.

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