(...) No puedo elegir, me quedo aquí,
entre olas verdes y montañas azules

(Kirmen Uribe)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Misión (casi imposible) de paz



Cuando algo se está cociendo en mi cabeza me resulta muy dificil tomar distancia y escribir sobre algo que no sea eso, y ahora mismo no es que se esté cociendo algo, es que tengo los cuatro fogones encendidos y están en el punto de ebullición. Hirviendo las ideas, los proyectos, las posibilidades. No me canso de darle vueltas. Bueno, sí me canso, a veces me agoto porque me parece que no voy a ver la luz, pero en realidad sé lo que tengo que hacer, sé lo que es importante y lo que hace que me brillen los ojos. En realidad creo que nunca he tenido las cosas tan claras y a pesar de eso le sigo dando vueltas.


¿Dónde están mis frenos? Pues básicamente en el mismo sitio que siempre, en mí. Y lo que he aprendido es que no quiero dejar pasar trenes, porque sé que me voy a arrepentir siempre de no haberlos tomado. Siento que tengo que hacer algo, y no se muy bien cómo, por dónde empezar y hasta cuando hay que luchar...En las pelis se lucha hasta el final. Braveheart hasta que le cortan la cabeza en Londres, Máximo, alias Gladiator, hasta que muere y descansa tranquilo el pobre, después de todo lo que pasa...Pero a mí me gustaría conservar la cabeza en su sitio. Es lo que tiene la vida real, que a veces, cuando te arriesgas, algo se te puede ir de las manos. Se corren riesgos. Claro, que sin esos riesgos, tampoco tendría gracia tener que elegir, o decidir si actuar o no, si quedarte quieto viendo los trenes pasar o subirte al que crees que es el tuyo.


Yo se cuál es el mío. Sin dudas. ¿Qué gano si me subo? ¿Y qué pierdo?. Porque lo que no contemplo es la opción de no subirme. Sólo espero el momento adecuado. Y que no se me haga tarde.




Mientras, las ideas se siguen guisando a fuego lento, crecen, se expanden y se desarrollan casi de manera independiente por mi cerebro como doscientos niños de preescolar en el patio de un colegio. Me cuesta domarlas y que se pongan en fila para poder contarlas, para ver cuántas son.


Al final, no son tantas, pero cunden mucho y la actividad que despliegan es tan grande que me agotan. Necesito pensar en otras cosas, o no pensar en nada.


Ayer, después de pasar dos dias muy intensos en Madrid, que dieron mucho de sí, casi hasta demasiado, tuve que esperar dos horas en la estación y me compré un libro. Buscaba algo de ficción, ligerito de leer y terminé, otra vez, llevándome uno sobre la gestión del cambio. Y van chorrocientos. Antes de subir al tren casi lo había terminado, así que entre los dos días intensos, más el libro "revolucionario", más mis ideas peregrinas, cuando me senté en el vagón seis del AVE ya tenía claro todos los pasos que iba a dar nada más llegar a Zaragoza, esa noche, los días sucesivos y el resto de mi vida...menos mal que me puse el hilo musical y me encontré con un aria de Madamme Butterfly, de Puccini, que me envolvió, me calmó y me hizo volver a ser una mujer tranquila y equilibrada...por un rato, hasta que terminó el viaje y me quité los auriculares.


Me apetece volver a escribir un cuento o un relato, pero ahora no tengo sitio para ellos. Sólamente la música tiene permiso para ocupar parte de mis pensamientos y bloquearlos por un tiempo. Vivimos tiempos de revueltas internas. Es un tema de imponer una fuerza frente a otra.Corazón frente a razón . Ese gran clásico. Cada una tirando con fuerza para su lado, y yo enmedio, de Casco azul de la ONU, intentando un acuerdo, un tratado de paz que deje a las dos partes contentas y que a mí me deje disfrutar un poquito de eso que tanto deseo. Sin daños colaterales.

10 comentarios:

  1. La vida siempre fue de los valientes.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Así es querido Capitán...y los valientes no son los que no sienten miedo (que eso no tiene mérito), sino los que lo vencen. Y ahí andamos.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  3. ¿Qué es la vida sino decisiones? Erróneas o no son la base de todo...cuando uno toma una decisión ha de tener en cuenta lo malo y lo bueno de la misma, el problema es que a veces no nos damos cuenta de si nos perjudicará o no hasta que no pasa el tiempo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Mi opinión: no te vuelvas loca, nada importa. Lo que decidas sólo te llevará de camino hacia otras decisiones, que serían diferentes de haber decidido de otra forma en la decisión anterior, pero quizá decidir "bien" te lleve a tener que tomar decisiones "malas" y decidir "mal" te lleve a tener que tomar decisiones "buenas". Vivir es un juego; como un libro de "elige tu propia aventura" sólo que, a cambio de no poder hacer trampirujas pasando páginas para ver a dónde irías, tienes unos 80 años de libro con un final cerrado al que puedes llegar por millones de caminos.

    Obviando las decisiones que pueden llevarte a la muerte, todas las demás carecen de importancia. Tras años tomándolas, tengo claro que decida lo que decida, la consecuencia va a ser siempre agridulce; con centrarme en saber disfrutar más de la parte dulce que en sufrir la agria, a mí me sobra.

    Si creo que nada importa es porque echando la vista atrás, veo que de haber tomado ciertas decisiones de forma diferente, ciertos aspectos de mi vida serían mejores, pero si en la ecuación incluyo los factores que hoy por hoy me hacen feliz, soy consciente de que no habría llegado a alcanzarlos de haber decidido de forma diferente en el pasado, así que ... ¿qué más da?

    La felicidad está en uno mismo y en su capacidad de disfrutar de lo bueno que le ofrece la vida; y voy a dejar de pensar ya, que empiezo a sonar a Coelho y me entra la náusea floja.

    Besicos

    ResponderEliminar
  5. Isa, lo malo de las decisiones es cuando no se toman, pero yo creo que una vez tomadas, siempre son buenas y hay tirar con ellas.
    Otro beso para tí.

    ResponderEliminar
  6. Querido Coelho, digo, Jorge, me has puesto un comentario que merece ser una entrada propia.
    Estoy de acuerdo contigo en el fondo, lo que somos hoy es fruto de las decisiones tomadas, muchas de ellas puede que "erroneas", pero no estoy de acuerdo en que al final da igual, porque con cada una de ellas construyes algo tan importante como tu vida, y la de los que te rodean. El destino final es el mismo, pero el camino puede tener millones de formas y depende de nosotros.
    Que profundos nos ponemos ¿eh?.
    Gracias por tu opinión, de verdad.

    ResponderEliminar
  7. Vaya m...Llevo ya un buen rato escribiendo una extensa disertación y se me ha borrado todo porque pedi la vista previa y no se lo que ha pasado ni donde se ha ido.... Si alguien la encuentra que la publiqué!!!!gracias.Martina

    ResponderEliminar
  8. Ay, Martina,ya lo siento. Con Blogger hay que tener un poco de paciencia, o cogerle el truquillo. Me temo que no vamos a recuperar lo que habías escrito, de todos modos, viniendo de tí seguro que era algo con mucha chicha.
    No desesperes e inténtalo otra vez.
    Un beso

    ResponderEliminar
  9. Profundos nos ponemos :D

    Construyes algo tan importante como tu vida sí, pero con decisiones diferentes habrías construido lo mismo. Sería diferente, pero daría igual.

    Agárrate que vienen cuerdas: quizá en un universo paralelo en el que tomaste otras decisiones te encuentras ahora mismo bloggeando o pensando melancólicamente en que de haber decidido de otro modo, tu vida sería como es aquí ahora. Por qué melancólicamente? Porque cuando nos arrepentimos de haber seguido un camino, somos ilusos al pensar sólo en las cosas buenas a las que nos habría llevado un camino diferente, obviando que irremediablemente lo bueno, como siempre, irá también acompañado de cosas malas ... y malísimas.

    Debate aparte merecería intentar valorar objetivamente la importancia real de nuestra vida y la de los que nos rodean, que desde mi punto de vista y teniendo en cuenta lo infinito del espacio y el tiempo, me parece bastante nula.

    Cuánto optimismo eh? =)

    Besicos

    ResponderEliminar
  10. Jorge, sin ánimo de parecer Mary Poppins o algo del estilo, te has puesto un pelín cenizo, yo diría que nihilista, por lo menos. No creo en universos paralelos. Creo en el único que existe, en el que yo voy construyendo con cada paso que doy, por eso lo pienso tanto antes de hacer nada...y no porque me ponga meláncoloica ni nada de eso. Cada decisión requiere su tiempo porque cada una de ellas es importante.
    Pero bueno, hay corrientes filosóficas para todos los gustos. A mi me va lo aristotélico, qué le vamos a hacer.
    Un beso.

    ResponderEliminar