
Después de unos cuantos días durmiendo poco y mal, esta última noche no ha sido una excepción. He dado tantas vueltas en la cama que ya tengo complejo de rollito de primavera. Hoy era un día estupendo para dormir hasta las tantas, sin hora, sin ninguna prisa...y a las siete ya estaba con los ojos como platos. ¡Con lo que he sido yo!.
He abierto la ventana y entraba un fresquito ideal para enroscarse en el edredón y volverse a la cama. Pues venga...Y hasta las nueve haciendo la croqueta, de izquerda a derecha y de derecha a izquierda sin pegar ojo. Tenía calor, me destapaba, tenía frío, me tapaba, tenía sueño, no me dormía, miraba la hora cada cinco minutos, o cada dos, y muy a mi pesar, y sin ninguna obligación, me he levantado a las nueve, muerta de sueño. Con todo el día por delante. Bueno, ya dormiré la siesta, he pensado, hoy puedo hacerlo.
He salido de casa nada más levantarme a dar un paseito. Lo bueno de los domingos por la mañana es que hay poca gente por la calle. Tengo la suerte que aladito de casa hay una zona estupenda, el Ebro. He caminado por la ribera, que está preciosa, casí sin cruzarme con nadie, solo unos remeros en el río, algún pescador solitario y un par de corredores. Sombrita, pajaritos, el agua fluyendo, vamos, un locus amoenus como Dios manda. Allí me hubiera tumbado a la sombra de un arbolito a dormir.Faltaban los pastorcillos.
Me ha sentado tan bien el paseo que al llegar a casa me he quedado dormida en el sofá, media horita que me ha dejado nueva.
Pero sospecho que esta noche voy a volver al rollito primavera, o a la croqueta, lo mismo me da.