Después de tanto exceso toca digerir. Esa es la parte no estudiada de la teoría de la nueva era nutricional. Algún fallo tenía que tener.
Hay cosas que no pasan solas ni hartos de vino. Y se quedan ahí, en el estómago. Ni para alante ni para atrás. Es una indigestión en toda regla. Y ya no hay solución. Ya no vale decir, pues yo no quiero. La bola ya está hecha.
Pues venga, toca una de sal de frutas. Uno de los mejores consejos que he recibido últimamente. Yo era más partidaria de vomitar (con perdón), pero no. Es mucho mejor digerir.
Digerir, asimilar, aceptar...son conceptos positivos. Mucho mejor así.
Mañana me voy a una farmacia. A por unos sobrecitos de Eno. Lo que no creo que tengan es la paz espiritual que necesito. Ni siquiera en infusión.
Maite, hazme caso, la Técula Mécula acaba con todos los males, los del estómago, ya que acaba con el estómago, y con los del espíritu, no da opción a que el espíritu moleste.
ResponderEliminarUn abrazo
Vamos, que es una muerte dulce. Es una buena opción. Me voy a informar.
ResponderEliminarBesos.
¡Qué buena pinta tiene eso ahora!
ResponderEliminarRecuerdo el bicarbonato sódico.
MAITE:
ResponderEliminarMe uno al consejo de Javier: llena un vasito de agua, una cucharadita de bicarbonato, una cucharadita de limón y un poquito de azúcar y... mano de santo (y, además, barato, barato).
Un saludo.
Javier, lo malo del bicarbonato es que no tiene esos sabores modernos de las sales de fruta (fresa, naranja, limón).
ResponderEliminarDyhego, si es que al final, los remedios caseros son los mejores.
ResponderEliminarSaluditos