Ondarreta y las montañas azules |
Hacía ya unos cuantos días que el Cantábrico me estaba llamando insistentemente, sabiendo que soy débil, que no puedo resistirme....y allí estaba yo el Sábado, escuchando las olas romper como quién escucha una nana. Mirando embobada la espuma del malecón, oliendo a mar, rendida, pensando ¡pero qué debil soy!.
Y apoyada en el muro de piedra miraba las montañas que rodean Ondarreta, azules al atardecer, y el agua revuelta muchos metros debajo de mí, verde con fondo negro. Y no podía dejar de repetirme los versos de Uribe..."No puedo elegir, me quedo aquí entre olas verdes y montañas azules".
Nunca me quiero ir de San Sebastián, me voy con una sensación triste, como si me dejara algo allí. Por eso vuelvo siempre....y porque el Cantábrico hace conmigo lo que quiere.
MAITE:
ResponderEliminarSiempre es bueno hacer una escapada.
Salu2.
...ojala todas las debilidades fueran tan placenteras como esa...¿quien no es debil contemplando algo asi?
ResponderEliminarUn beso
Dyhego, siempre!!y si es en buena compañía, mejor todavía.
ResponderEliminarUn beso!
Isa, hay debilidades igual de placenteras o más....a mí se me ocurren unas cuantas.
ResponderEliminarMe alegro de tenerte por aquí.
Un besazo.
Yo también sufro esa debilidad... me tira mucho el norte. Y el mar, esté donde esté.
ResponderEliminarPor cierto, la foto es preciosa.
Besazo y que pases muy buena semana de vacaciones!
Hola Olga, fíjate que la foto la hice con el móvil y sin ver muy bien qué era lo que estaba sacando....no quedó mal.
ResponderEliminarYa estoy de vacas, pero por una vez, me alejo del Norte, sin que sirva de precedente.
Un besazo.
Cuando se abraza con su padre Atlántico también consigue que cualquier resistencia se haga inútil, desde Galicia te lo digo. Algunos no necesitamos sirenas para escuchar esos sonidos malditos, son las canciones de las olas mismas las que nos hipnotizan y hasta impulsan a arrojarnos desde el barco de la Tierra. Un besazo, Maite.
ResponderEliminarAlba, yo lo escucho desde aquí, a 300 kilómetros, y claro, tengo que ir.
ResponderEliminarDisfruta ese mar.
Un abrazo